El 4 de julio de 1776 se aprobaba la Declaración de Independencia de Estados Unidos, que se convertiría en la primera proclamación de los derechos humanos. ¿Cómo es posible que sus autores, pertenecientes a una sociedad construida sobre la esclavitud, sostuviesen que «todos los hombres son creados iguales» y disfrutan de «ciertos derechos inalienables»?
A partir de esta pregunta, lynn hunt analiza con brillantez los cambios experimentados por las mentalidades individuales en el siglo xviii y su influencia en la abolición de la tortura.
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